23 sept 2008

Un adelanto de lo que vais a encontraros...

Un año nuevo empieza y con él, nuevas emociones, sensaciones y, por supuesto, experiencias...
Hoy es una noche más, me encuentro sola en el castillo, las grietas son cada vez mayores y el frío se cuela por ellas, la soledad es tan pesada que se nota en el ambiente.
Paseo por los oscuros pasillos, sólo se oye el ruido de mis tacones, miro a mi alrededor...
-Esta soledad me va a matar. -Susurro.
Abro la enorme puerta del salón, el chirriar retumba en mi cabeza, noto el calor de la chimenea, calienta mi pálida piel...
Me siento sobre el gran sillón rojo. Casi sin quererlo, vienen a mi mente imágenes que me hacen vibrar. Muerdo mis labios y mis manos empiezan a jugar... recorren mi cuerpo, sucumbo ante mí misma.
Como si de un hechizo se tratara, zapatos y medias terminan en el frío suelo. Mis ojos brillan con el reflejo del fuego, mi piel ya esta caliente, pero no es lo único.
Me quito también el fino vestido que cubre mi piel, quedando sólo con la corona sobre mi cabello negro.
Mis delgados y hábiles dedos juegan con mis pezones, erizándolos y haciéndome estremecer. Noto la humedad de mi cuerpo, miles de caricias recorren mis zonas más erógenas.
Mis endemoniadas manos saben bien cómo darme placer, y no tardan en hacerlo. Una de ellas se encarga de recorrer todo mi abdomen, el roce de mis uñas me acaricia de una forma muy sensual, la mano baja por mis ingles, acaricia mis piernas, no pierde detalle. Cierro los ojos y me dejo llevar.
Llega hasta mi zona más preciada, mis dedos se enrollan en el poco bello de mi pubis, acarician el "monte de Venus", mi respiración es cada vez más rápida y algún gemido se escapa de entre mis labios. El calor es cada vez más intenso, gotas de sudor bajan por mi pecho y se anidan en mi ombligo. El dedo más rebelde de todos ya ha encontrado la entrada a mi interior y hace que me revuelva de placer. Haciendo uso de mi otra mano juego con mi pecho, voy a explotar de placer, mis gemidos, antes débiles, ahora retumban en la sala. Tras unos minutos de intensos y rápidos movimientos de mis dedos, noto la explosión de placer que resbala sobre mis dedos.
Casi puedo escuchar los acelerados latidos de mi corazón, mi respiración es rápida y fuerte, mis pulmones bombean con fuerza el aire que respiro, miro el techo y suspiro.
Otra noche a solas, nadie a quien regalar mis besos, mis caricias, mi placer.
Quizás mañana…





1 comentario:

Unknown dijo...

Quizás el domingo

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