7 ene 2009

Con el sol...

Te conozco desde hace años y no dejas de sorprenderme, será que no te conozco lo suficiente...
El primer día que te vi me pareciste muy mono, agradable, encantador... pero ni te fijaste en mí, sólo tenías ojos para ella, mi amiga. Aquella tarde pasaron muchas cosas, risas y besos inesperados. Era tarde y Bea te convenció para llevarme a casa y así no tener que esperar el autobús. No le costó convencerte.

Volvimos a vernos al poco tiempo, en las fiestas de un pueblo cercano. Aquella noche el alcohol era el protagonista y yo muy joven. Se me fue un poco la mano con la botella, los minis, el J&B... Fue la primera noche que tu lengua entró en mi boca y desde entonces... no he sido capaz de sacarte de mi cabeza.

Anduvimos un tiempo que sí, que no, intentábamos vernos a menudo, nos llamábamos... pero nuestras vidas tomaron rumbos distintos. Pasamos por varias parejas e, inevitablemete, nos alejamos. Perdimos bastante contacto pero... seguías rondando muchos de mis pensamientos. Ójala hubiéramos dado un paso más, quién sabe lo que habría pasado...

Después de varios años, volvemos a tener contacto, pero no es lo mismo, tú tienes chica, yo chico... y moriría por tener algo contigo pero...
Por el momento te dejo entrar en mis sueños, dejo que tu presencia inhunde mi habitación y mi cruel imaginación me juega malas pasadas haciéndome creer que estás ahí, pero despierto y estoy sola, a oscuras, echándote de menos.

Ya estamos en Julio y el calor no hace justicia. Salgo al jardín con la intención de tomar el sol y refrescarme con la manguera. Coloco la toalla sobre la tumbona que descansa sobre el césped. Me tumbo de espaldas al sol, reposo la cabeza sobre los brazos y cierro los ojos, no he olvidado mi iPod, escucho música y poco a poco, con el calorcito, me quedo dormida. Otra vez tú. No hay manera de sacarte de allí. Por una parte quiero olvidarte, estás convirtiéndote en un suplicio. Me duele no tenerte cerca y sólo tenerte en mis pensamientos, me duele no besarte, no acariciar tu pelo, no mirar tus ojos. Me dueles tú.

Te haces dueño de la situación, desabrochas la parte de arriba de mi bikini, bajas un poquito la braguita y untas el bronceador suavemente, masajeándome. Relajo mi cuerpo y dejo que tus manos lo recorran.
Despacio, acaricias la espalda, siguiendo la forma de mi columna, bajas por los costados, besas dulcemente mi cuello, suspiro, sabes que ése es mi punto débil.

Giré sobre mí misma, dejando mis pechos al alcance de tu vista, acaricié tu nuca y tu pelo, sonreías. Acariciaste mi cara en un gesto de cariño y protección, me enternecía que hicieras aquello. Te recostaste un poco sobre mí para, por fin, besarme.
El sabor de tu boca era dulce, tus besos mimosos, tus caricias tímidas. Como si fuera la primera vez que dábamos rienda suelta a nuestro deseo, recorrimos con millones de caricias curiosas nuestros cuerpos. Lentamente, conociendo cada milímetro, comprobando la reacción del otro. Se me eriza la piel al recordarlo.

Tus palabras me llevan a un mundo paralelo donde no existe nada más. Besas mi garganta, bajas por mi tronco, te detienes en mis pechos. Los saboreas, juegas con ellos, la dulzura da paso a la pasión. Cierro los ojos, anhelo el fuego de tu cuerpo.
Tu cuerpo sobre el mío, guardaremos el secreto, desabrochas con calma los lazos de la braguita del bikini, lo retiras dejándome totalmente desnuda. Besas mi piel caliente por el sol.
Buscas la entrada que te llevará a un laberinto de sensaciones. La yema de tus dedos da con ella. Estoy totalmente lubricada, deseando que explores cada rincon en la más silenciosa oscuridad. Un leve gemido rompe el silencio, urgas, palpas, noto los muros de mi vagina contraerse para atraparte dentro. Quiero más.

Te miro fijamente, el movimiento que realizas hace que muerda mi labio, me quema el cuerpo. Mis manos no pierden el tiempo y buscan la razón que calmará estas ansias. También tú estás preparado. Firme, duro.

Termino de desnudarte, ahora si. Abro mis piernas para recibirte, entras sin ninguna dificultad. Hacía tiempo que lo deseaba... Te beso, te abrazo, araño levemente tu espalda, cogo tu cintura, te atraigo hacia mí. No quiero que te separes, quédate a mi lado. Mueves tu cintura, rozo a locura... suspiro y gimo, el placer me llena, arqueo mi espalda para que me penetres más profundamente. Acaba con mi tormento.

Se acerca el orgasmo más deseado de mi vida, se anuncia suave, caliente, dulce y abundante. Cierro los ojos con fuerza, me muevo, ¿lo sientes? - Ahhh... ¡Mmmm!, sí...
No acierto a hablar con claridad, sólo atino a gemir y emitir sonidos incomprensibles. Me encanta. No tardas en vertirte en mis entrañas. Vuelves a besarme antes de desaparecer.

Abro de nuevo los ojos, miro a mi alrededor, no te encuentro, era otra estúpida fantasía. Me muero por estar junto a tí. Guardo el recuerdo con la esperanza de cumplirla, algún día... - Lo siento...- Me digo a mí misma, siento seguir queriéndote en silencio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La bella durmiente tiene sueños húmedos... Supongo que al despertar acabarías tú misma...

Las fantasías no son estúpidas. Además, a veces se convierten en decepciones.

Besos cálidos.

Maléfica dijo...

Si me levanto con la sensación de haberme quedado a medias no me doy tregua... No concibo perder un sólo segundo de placer. Jejeje.

Quizás el protagonista de esta fantasía se decida a hacerla realidad...

Un besazo sólo para ti.

Lydia dijo...

Que penita que todo aquello se quedara solo en una fantasía... porque me he metido tanto en la historia que me parecía real... ha sido precioso.

Anónimo dijo...

Esta sí podría ser una descripción femenina, aunque sigue siendo muy telegráfica, se salta tantos pasos, tantas etapas... ¡qué prisas tienen algunas por terminar de cualquier manera! Oiggggsss...
Muy bueno Maléfica (¿sigue siendo este tu nick?).

pandora23 dijo...

me encanto tu historia demasiado bien.... en un momento estaba tan introducida en la historia que me crei ella... demasiado pícara

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